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Panic in Barrio Sésamo
Capítulo 5
- Hoolaaaa que taaaaal, dijeron con
falsa sonrisa ambos agentes al unísono.
- NI HOLA NI OSTIAS! gritó el comisario.
- ¿SE PUEDE SABER QUÉ COJONES ANDABAN HACIENDO AYER POR CASTELLDEFELS? ¿COMO
CÓÑO LLEGAN TAN TARDE? ¿QUÉ MIERDA ES ESTO? siguió a grito pelado el comisario
mientras señalaba al agente de FBI.
- Bueenoo, dijo Jack (Jack, con las manos atrás miraba hacia el techo).
- Verá señor comisariooo, dijo Harris mientras miraba el suelo.
Como dos niños que han hecho una travesura, ambos agentes no sabían como salir
del paso.
- Qué, qUÉ, QUÉ!! Los ensordecedores gritos del comisario llenaban la estancia.
- Tuvimos que ir a casa del fiambre para inspeccionar, dijo Jack
- Y sentimos una presencia amenazadora, dijo Harris.
- Y tuvimos que defendernos, siguió Jack.
- ¿CÓMO? ¡ESO NO ES LO QUE ME HAN DICHO! siguió gritando el comisario.
- Sisisisisisisisi suplicaron al unísono los agentes, - fué así.
- ¡Y una mierda! dijo con una mueca de dolor el agente de la CIA.
- Calla coño! se lanzó Jack amenazadoramente hacia el agente.
El agente de la cia se tiró para atrás aparatosamente, cayéndose de espaldas,
rompiendo la silla y dando de cabeza con un archivador.
Sobre el archivador, en florero que había encima cayó sobre su cabeza,
rompiéndose y salpicando la cara del agente. El agente, inconsciente, quedó con
una extraña mueca en la cara, como de risa.
-¿Vé, señor comisario? ¡¡si se autolesiona él mismo!! aprovechó para comentar
Harris. -Es un patoso!
- ¿A quién nos va a creer? a nosotros o él, dijo Jack mientras miraba el cuerpo
inconsciente del agente de la CIA.
- Joderr, joderr, LA QUE SE NOS VA A CAER ENCIMA! dijo otra vez el comisario,
gritando.
- No se altere señor, ¿le voy a buscar una tila? dijo Harris, esperando hacer el
pelota, como siempre.
- A VER, ¡¡USTEDES! ¡llamen a una ambulancia¡, ¡¡Y SALGAN DE MI DESPACHO, NO LOS
QUIERO NI VER!! dijo, ya ronco de tanto gritar, el comisario.
Jack y Harris salieron por la puerta con una sonrisa en la cara.
- ¡¡JACK, HARRIS!!, gritó el comisario desde dentro, - ¡ME ESTÁN HINCHANDO LAS
PELOTAS CON USTEDES DOS! Hoy han tenido suerte, pero todo se acaba. ¡¡ES SU
ÚLTIMO AVISO!!.
Jack y Harris se giraron hacia los demás miembros de la policía, que estaban en
sus mesas y dijeron al unísono:
- Ken, llama a una ambulancia.
Se dirigieron a sus mesas, y, antes de sentarse, volvieron a gritar: - y tráenos
unos cafés.
- y una tila para el comisario!
- Oye Ken, ¿sabes algo del uranio? preguntó Jack a grito pelado.
- No sé, que sirve pa los submarinos, respondió Ken desde el otro lado del
despacho.
- ¿Y cómo se puede saber que una cosa tiene uranio?, preguntó Harris.
- Pos no sé, en las pelis utilizan unos trastos con unas agujas como las de los
cuentakilómetros de los coches, dijo Ken.
- ¿Nos puedes conseguir uno? preguntaron al unísono los agentes.
- Mmm bueno, un par de llamadas y creo que estará, ¿os lo dejo en el coche?
- Sí, el BMW plateado que hay abajo, dijo Harris con orgullo.
Siguiente paso. El Circo Pimpometti. Había que hablar con el payaso que pasaba
la droga al actor porno. Hasta unos cortitos de entendederas como Jack y Harris
sabían que esa era la dirección correcta, lo que no quitaba, que a las dos de la
tarde como eran, pasaran antes por un conocido restaurante de comida
rápida de la ciudad, esos en los que comes carne de dudosa procedencia aderezada
con un poquito de química que hace que le fueras a dar un beso a la vaca (o lo
que sea) que parió a esa hamburguesa.
El caos provocado por la aventura del autobús aún colapsaba gran parte de la
ciudad pero eso a ellos no les importaba lo más mínimo, además, el circo
pimpometti estaba puesto en la zona de la playa, donde estaban las grandes
explanadas en las que la ciudad proyectaba realizar algún acontecimiento
internacional futuro, al Sur de Sant Adrià del Besós, entre el río y la Ronda
Litoral.
Y hacia allí iban nuestros héroes...
Llegaron al final de la Diagonal, dejando su tradicional estela de coches
estrellados contra farolas y abuelas subidas a los árboles.
Una señal en un
cruce, indicaba su destino:
"Está usted entrando en Barrio Sésamo".
Jack y Harris se miraron mutuamente, no
sabían si tomarse la señal como un aviso o como una maldición, pero no les
importaba en absoluto, siguieron para adelante.
De repente, la calle dejó de ser ancha, dejando sólo 1 carril por sentido,
extrañamente, sin
coches aparcados a los lados. Las casas, parecían como de cartón piedra, como de
mentira, vamos. Unos extraños personajes aparecían por la calle, a simple vista
parecían muñecos, pero.. estaban vivos y caminando por la calle con aparente
normalidad, eran casi todos peludos, y los había de todos los colores. También había algunas personas,
y, sobre todo, muchos niños.
- Cri cri cri cri - un ruído se oía desde dentro del maletero del BMW. Aparcaron
el coche en la calle, al lado, en la acera, una rana yacía tirada en el suelo,
totalmente emporrada y riéndose de todo. Jack y Harris bajaron, extrañados por
el ruido y abrieron el maletero. Una caja de metal con un indicador redondo con
una aguja y unos números, todo unido a una especie de micrófono por un cable, no
muy largo.
- Cri cri cri cri - Mira Jack, dijo Harris, cada vez que la aguja del contador
va a la zona roja, hace "cri".
- Cri cri cri cri - ¡Pues ya me está rallando tanto "cri cri"! dijo Jack, - cri
cri - ¡y el hijoputa este de la rana que no para de reir! - cri cri -
- Cri cri cri cri - ¿Y estas letras que pone aquí en la tapa del contador?
Geiger o algo así... dijo Harris al tiempo que la rana los señalaba y se
descojonaba viva.
- Cri cri cri cri - La mierda del cri cri, ¿no tiene un botón o algo? Preguntó
Jack.
- Si mira, aquí, dijo Harris al tiempo que pulsaba.
- Joder, que descanso, - dijo Jack - a ver, tú caraverde, de qué coño te ríes,
dijo dirigiéndose a la rana.
- Jua jua jua, carapán! gritó la rana.
Jack se encaminó hacia la rana, medía medio metro, pesaba poco, era como de
peluche verde, los brazos raquíticos, sus manos, enclenques, no soltaban el
porro, asi que Jack lo cogió por el cuello y lo puso a su altura.
La rana no paró de reirse en ningún momento.
- Qué te pasa imbécil, dijo Jack mirándole a la cara.
- Jua jua jua, cara de pez y las patillas de curro Giménez, jua jua jua , dijo
la rana.
Jack apretó más el puño. La presión se incrementaba en el cuello de la rana.
Pero la rana se reía entre tosido y tosido.
- Jua jua, os voy a enseñar la diferencia entre arriba y abajo, payasos! dijo la
rana, que estaba más emporrada que Bob Marley y su banda dentro de un 600.
- Sí! , esto es ARRIBA! gritó Jack mientras le daba un puñetazo en el estómago y
lo dejaba caer en el suelo.
- y esto ABAJO! Harris le propinó una patada en el estómago.
La potencia del remate de Harris hizo una parte del trabajo, el poco peso del
muñeco hizo el resto; lo elevó 3 metros por el aire y fué a dar contra una
farola de cartón piedra, 5 metros más allá, que se desplomó en el suelo.
Ya en el suelo, boca arriba, con la espalda en el asfalto, la rana vomitó sobre
sí misma, sangre y el bocadillo del almuerzo, todo mezclado, ahogándose entre
convulsiones.
Uno de los muñecos que pasaba por allí, que iba con un monóculo y disfrazado de conde drácula, se
apiadó de la rana y le pegó una patada en el ojaldre, que puso al muñeco de
lado, evitando el ahogo. De esa saldría, pero no le auguraba un futuro muy
prometedor.
Jack y Harris se miraron y dijeron los dos al unisono: - ¿qué mierda de
barrio es éste?
Llegaron andando hasta la plaza
principal del barrio, unos metros más abajo, donde había un kiosko, una panadería y una frutería.
Entraron en la panadería, pero no
había nadie, un olor rancio salía de la trastienda.
Jack sacó su arma y dió un golpe con
la culata en el mostrador.
El panadero, sobresaltado, salió
corriendo desde la trastienda, con
las manos embadurnadas de harina, dejando el mostrador pringado.
- ¿Qué desean?, preguntó éste.
- Oiga, ¿dónde pára el Circo
Pimpometti? preguntó Harris.
- Aquí, saliendo a la derecha, la
carpa con el cartel ese enorme que pone "Circo Pimpometti", ¿no lo han
visto al pasar?
- Pos no, dijo Jack mientras pasaba
el dedo por el mostrador - pero no te pases de listo, panadero.
Salieron del local sin decir ni mú y
se encaminaron hacia la carpa del circo, esperando encontrar a los payasos.
Entraron en la carpa, a esa hora de
la tarde, estaba desierta, los espectáculos tenían lugar durante el fin de
semana, pero no era raro ver algunos de los artistas ensayando sus números.
Se encaminaron al centro de la pista
pero un trapecista, desde arriba, en la cuerda, les vio y les preguntó:
- ¿Qué hacen ustedes? ¡No pueden
estar aquí!
Jack y Harris miraron hacia arriba,
de donde provenía el sonido, y dijeron al unísono:
- ¡Policía! ¿Dónde están los payasos?
- ¡Los payasos están en su caravana!
dijo desde arriba el trapecista.
- No te jode el lumbreras este! dijo
Harris.
- ¡Y donde coño está la caravana!
gritó Jack.
- ¡yo no delato a mis compañeros!,
gritó el trapecista.
Jack tenía la paciencia a 0 aquella
tarde, así que sacó el arma, apuntó y gritó:
- ¡Ahora vamos a hacer tiro al pato
como no nos digas donde está la puta caravana!
El trapecista decidió que no se lo
iba a poner fácil, y saltó al trapecio más próximo, giró sobre sí mismo, e hizo
una voltereta mortal antes de cogerse al otro trapecio que se estaba moviendo
por delante suyo.
Gritó desde arriba: - ¡Primero
tendreis que cogerme!
- ¡Cagon tó!, ¡no le puedo apuntar
bien! gritó Jack.
- Espera, tengo una idea mejor, dijo
Harris mientras sálía corriendo en dirección a los postes que aguantaban el
trapecio.
Plaf! Harris le pegó con toda su
fuerza (y la carrerilla que llevaba) al poste, el trapecio tembló y
desequillibró al trapecista, que quedó colgado de una cuerda cabeza abajo.
Harris salió disparado contra el suelo, miró hacia arriba mientras se
incorporaba y con una sonrisa gritó:
- ¡Qué! ¿jugamos un poquito a ver si
lo descolgamos?
- ¡Cabrones! gritó el
trapecista ¡Id a buscar la red!
- ¿Nos dirás lo que queremos saber?
Insistió Jack, que no dejaba de apuntarle.
- Sí, ¡os diré lo que querais! ¡pero
dejadme bajar!
- Vale, dijo Harris, ¿donde está la
caravana de los Payasos?
- Saliendo a la derecha, la caravana
verde con el cristal de la puerta rajado, dijo desde arriba el trapecista.
- ¡La sangre se me sube a la cabeza!
- añadió.
- ¿Ahí podemos encontrar a Freddo? Le
preguntó Harris
- ¡Sí! ¡Sí! !ahora estará allí!
!bajadme ya, por favoor! el Trapecista se puso a llorar.
Harris, dirigiéndose en voz baja a su
compañero, le dijo: - qué, ¿lo descolgamos?
- Nah, que se joda, por llamarnos
cabrones y no querenos decir nada, contestó Jack.
- ¡Pues eso! gritó Harris mirando
para arriba,
- ¡A tomar por culo! dijo Jack
mientras enfundaba su 44 y se dirigía a la salida
- ¿No me vais a dejar aqui, así, no?
preguntó el trapecista.
- Oh, claro, te jodes, gritó Harris
mientras salía por la abertura de la carpa.
"Hijos de puutaaaa", se oyó al fondo
mientras los agentes se encaminaban al parque donde tenían plantadas las
caravanas.
Jack vió que aún tenía la harina del
panadero en el dedo y se lo chupó.
"Joder, que harina más rara, me
recuerda el sabor a algo...", pensó,
- Oye Harris, ¿me chupas el dedo?
- Amos, no me jodas, le dijo su
compañero
- Que noo, que pasé el dedo por la
harina que dejó el panadero y... ¡creo que es coca! dijo Jack
- A ver, a ver, dijo Harris mientras
le cogía el dedo y se lo chupaba.
- Joder puagg qué asco! dijo al
escupir al suelo, sí que es coca, pero no es coca normal.
- Eso mismo pensaba yo, dijo Jack.
- Bueno, ya veremos, nosotros vamos a
lo nuestro.,acabó Harris, y siguió andando hacia las caravanas.
El espacio de la caravanas estaba
desierto, parecía que nadie trabajara en ese circo, o estaban todos escondidos
para no encontrase con los agentes.
Llegaron a la caravana verde,
subieron las escaleritas y picaron a la puerta.
- ¿quién es? una cabeza apareció por
la ventanilla de la puerta, tras el cristal.
- ¡Policía! dijeron los dos al
unísono, ¡estamos buscando a Freddo!
- ¡Coño la policía!, se oyó desde
dentro, ¡rápido, cierra!
Cric cris, antes que los agenes
pudieran hacer cosa alguna, cerraron con llave la puerta de la caravana. Harris
intentó derribar la puerta pero esta era muy resistente.
Rápidamente, sacaron sus armas.
- ¡Déjenos entrar o derribaremos la
puerta! gritó Harris intentando forcejear con el pomo.
Ruido de cristales rotos y.. bang! un
disparo.
- ¡Cuidado Harris', gritó Jack,
¡nos están disparando!
- ¡Cabrones! gritó Harris mientras
saltaba por la escalerilla
Bang! otro disparo, esta vez pasó muy
cerca de sus cabezas.
- ¡A cubierto! Gritó Harris mientras
buscaba donde guarecerse.
- ¡Aquí! le indicó su compañero
mientras disparaba a la caravana.
Harris fué corriendo hacia los
barriles tras los que estaba su compañero Jack, que apuntaba hacia la caravana
sin saber muy bien donde disparar..
Bang!
- ¡AAarrrgghh Mierda! ¡me han dado!
gritó Harris mientras se tiraba al suelo, ya a cubierto de los disparos.
Continuará...
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